La competitividad en las organizaciones, hoy en día, es una variable que determina la capacidad de poder ser siempre mejor al estándar establecido. En ese sentido, aquellas organizaciones que se conforman con los mismos objetivos y metas, probablemente sean las primeras en tener complicaciones dentro de un contexto con tanta incertidumbre y volatilidad como lo viene siendo en los últimos años. Por el contrario, aquellas organizaciones que anhelan ser mejores cada año, deben encontrar los medios necesarios para poder potenciar tanto sus actividades, procesos, y por, sobre todo, el activo más valioso, sus trabajadores (Diez, 2009).
Es por ello que uno de los medios más importantes para poder potenciar a las organizaciones es la capacitación del personal, dado que ofrece múltiples beneficios, así como la oportunidad idónea para que los trabajadores de las organizaciones puedan ampliar sus conocimientos. De esta manera, la mejora en el rendimiento de los trabajadores contribuye con el aumento de la productividad (Garza, 2009).
Entonces, en un mundo donde la única constante es el cambio, adquirir el beneficio del aprendizaje continuo es una gran oportunidad para mantener la vigencia laboral, desarrollar planes e innovar en los procesos de trabajo. En ese sentido, la colaboración de los trabajadores es dinámica, multidisciplinaria e interactiva dentro de un contexto de constantes cambios y volatilidad, teniendo como consecuencia un constante aprendizaje (Siliceo, 2004).
En muchas organizaciones hay quienes consideran las capacitaciones un gasto insulso, innecesario y evitable, muy lejos de considerarlo una inversión que beneficiará tanto a la empresa como a sus colaboradores. Desde mi punto de vista, considero que las capacitaciones son una de las inversiones más rentables que puede realizar una organización, puesto que genera un aumento de la productividad y calidad de trabajo, contribuye a prevenir accidentes de trabajo, incrementa la rentabilidad de la organización, ayuda a las personas a resolver problemas y tomar decisiones, entre otros beneficios. Asimismo, se podría considerar que para capacitarse en este contexto de virtualidad generado por la crisis sanitaria por COVID-19, solo se requiere de voluntad, tiempo y constancia.
En ese sentido, la importancia de la capacitación en medio de la pandemia tiene que ver no solo con cursos virtuales, sino también en los webinars o charlas virtuales de referentes académicos o del sector.
Cabe resaltar que es indiscutible la trascendencia que tiene la capacitación laboral como inversión empresarial en una organización para lograr un crecimiento a nivel técnico, de cultura organizacional, de competencias y de imagen empresarial. Así como es un factor que permite competir y genera eficiencia, generando un cambio positivo en la organización.
Quisiera concluir señalando que, si bien es cierto, la capacitación es muy buena y productiva en sí misma, cada organización y cada trabajador dentro de la organización debe fortalecer y potenciar sus capacidades y habilidades con capacitaciones acorde a sus necesidades. Debe existir una verdadera necesidad de conocimiento para que, en base a ello, se proceda a capacitar a los trabajadores de la organización en función con el cumplimiento de los objetivos y metas trazadas en el horizonte de tiempo planteado en la misma.
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Referencias:
Diez, J., & Abreu, J. L. (2009). Impacto de la capacitación interna en la productividad y estandarización de procesos productivos: un estudio de caso. Revista Daena (International Journal of Good Conscience), IV(2), 97 – 144.
Garza, H., Abreu, J. L., & Garza, E. (2009). Impacto de la capacitación en una empresa del ramo eléctrico. Revista Daena (International Journal of Good Conscience), IV(1), 194-249.
Siliceo, A. (2004). Capacitación y desarrollo de personal (Cuarta ed.). México: Limusa